22.6.10

José María Ricarte Bescós

Has muerto a los 77 años. Casi sin avisar, aunque tú dirías que es mejor así, porqué las malas noticias mejor de golpe y no poco a poco si el final va a ser el mismo. Pero estoy seguro de que hubieras preferido una muerte anunciada con el tiempo suficiente para ordenar tus papeles, o quizás, para rescatar en tu último aliento ese espíritu burlón que dejabas ir a cuentagotas y que se confundía casi siempre con una fina ironía.
Nos conocimos tardíamente y yo formé parte de los muchos ayudantes que entorpecían tus clases de creatividad a cambio de diálogo amable, profundo e inteligente, aunque a eso último, y a todo lo demás, ya te encargabas tu de poner en duda con algún que otro sarcasmo. Mutuas introversiones y una generación de por medio impidieron lo que se dice una reciprocidad más frecuente, pero aficiones cinéfilas,  circunstancias académicas y una cierta independencia hacia las cosas de palacio puntuaron con intensidad la relación, hasta el punto que cada nuevo encuentro era una complicidad más sobre un puñado de cosas. Por ello supe que tu currículum brillante en la publicidad y en la docencia universitaria era el éxito al que había llegado tu alter ego tras una vida de esfuerzo y sacrificio, y en esa trayectoria no sólo has dejado amigos y estudiantes que te lloran, sino también establecido paradigmas sobre la creatividad, empezando por teorizar que el concepto era asequible a todo el mundo, una forma de humanizar el conocimiento. Pero también que allí dentro había alguien más, un apasionado del cine que se había iniciado en la escritura de guiones y tras un periplo de juventud en la industria tuviste que elegir entre una vida incierta y apasionada o una vida más regulada. La publicidad te proporcionó una estabilidad que compaginaste durante años con el aire diferente de la enseñanza universitaria, y todos lo que te conocimos en uno u otro lugar no dudamos ni un momento que lo hacías con pasión, como así hubiera sido de elegir cualquier otro camino. Eras incapaz de hacer alguna cosa sin intensidad, y capaz de dotarlo de sentido si no lo tenía. Así es como todo el mundo te pedía cosas y tú, lo sabes, no sabías decir no. De vivir una placida jubilación a una de estresante. Hay cosas que matan y esa seguramente es una de ellas.
En una de nuestras últimas conversaciones sobre vida, cine y ficción  te insistí en que debías reservar tiempo de jubilación para desarrollar esa faceta de escritor que te permitiera revivir ese espíritu burlón para reflexionar sobre todo lo vivido, real o ficción, a través de ese tratamiento que tanto te gustaba, el más puro surrealismo sumado al filtro del humor. Asentías como valorando el poco tiempo que tenías, aunque ahora dirías que no esperabas que fuera tan poco.
En ese punto recuerdo como me contaste con tu peculiar estilo de buen narrador fragmentos de una película española, Amanece, que no es poco, que para ti era la más surrealista del cine sobre valores humanos, algunos diferentes, por ser españoles. Ahora sé que en el fondo hubieras suscrito muchas de sus escenas, como la que disertan el cura y el guardia civil sobre el libro albedrio; la reunión de las mujeres que sólo admiten a un hombre para que al final le puedan insultar libremente o los disparos del sargento de la guardia civil hacia el Sol porque éste había decidido aparecer por otro lugar.
La última vez que te vi fue un breve encuentro en el pasillo de la Facultad, nos abrazamos y quedamos en llamarnos para seguir debatiendo nuestros asuntos de escritor. Entraste en el ascensor y levantamos la mano con un gesto de hasta pronto. Las puertas se cerraron. No sé si subías o bajabas. Como tampoco que era la última vez que te iba a ver. A ti también, dirías.
Sí, José María, en realidad eras un independiente, un transgresor, un humorista, y un gran escritor. Espero que en algún lugar encontremos una muestra de ese verdadero José María que en varios momentos intuí. Si no es así, continuará siendo un secreto entre nosotros.
En cualquier caso, gracias por haberme considerado un amigo, aunque en este maldito momento no sé qué hacer con ello. Aunque sé que replicarías que son las cosas que tiene el libre albedrío.
Al hombre bueno, En tu recuerdo,
Amanece, que no es poco.

10.6.10

Perdidos en exceso



Perdidos en el primer acto. En la dramaturgia audiovisual se define como guionistas de primer acto a aquellos escritores que idean comienzos espectaculares, emocionantes e intrigantes pero después no pueden mantener el nivel inicial y se ven abocados a una huida hacia delante lo que hace subir el misterio a una cresta tan alta que es imposible hacer una lógica resolución en la bajada. Bien lo sabía el director del suspense Alfred Hitchcock que, ante un proyecto sobre la leyenda de un barco navegando en pleno Atlántico sin ningún signo de vida, no lo hizo debido a que nunca podría justificar un final a la altura del misterio inicial, como así se demostró años más tarde cuando otro director rodó Misterio en el barco perdido (1959), película que ni protagonistas y estrellas de la época como Gary Cooper y Charlton Heston pudieron salvar del naufragio resolutivo. Perdidos en la autoría. Los formatos televisivos de series de ficción continuada hacen de los guionistas los principales protagonistas de la producción, una especie de creativos al servicio de todos y no siempre al servicio de su propio equilibrio. Para empezar es imposible que la responsabilidad sea de un solo guionista y son muchos los que acaban interviniendo de manera parcial bajo la consigna de un editor de guiones que procura ligar el rompecabezas sin perder la razón por el camino. ¿Quién no ha vivido la dificultad de consensuar entre varias personas un simple texto?. Además, el equipo de guionistas se ve presionado por las intervenciones de otros factores televisivos como los productores, habitualmente impulsores del proyecto y la idea inicial, y los espectadores que a través del genérico audiencia, obliga a mover tramas y personajes al gusto de esta para que los ejecutivos mantengan el trabajo y la serie no sea cancelada rápidamente. También deben tener recursos para otorgar más papel a uno u otro personaje en función de si gusta más o por otro lado hacerlo desaparecer por excesivas reivindicaciones de un actor. A los guionistas de serie, no siempre identificados con los personajes y tramas que escriben, les queda el consuelo de saber que nunca caminarán solos. Perdidos en el género. Cuando se utiliza la convención género es para establecer unas reglas de la narración, una especie de contrato entre el autor y su destinatario para impulsar la unidad de las tramas y hacer creíbles los personajes en su tiempo y espacio. El Big bien televisivo hace que en un periodo corto de tiempo, por programación, cadenas o zapping, la narración audiovisual nos hace explorar formatos de gran contraste, el anuncio, la fantasía, el western, el policial, la intriga, el videoclip, el reality, el viaje en el tiempo, la comedia, las noticias, el videojuego ... Se entiende pues que el perfil del espectador actual está habituado a los impactos de todo género, lo que no se debe confundir en sí los sabe interpretar. Pero en una lectura retorcida de la situación se cree que ya que el espectador tiene esa capacidad para absorber material disperso, también sabrá comprender que si en una misma trama se le mezclan elementos de drama, comedia, fantasía, aventura, fantasmas, misterio, romanticismo, musical, religión, violencia, etc, aceptará como un cordero que ya que es abducido por lo imposible, no tiene por qué sentirse herido si no se cumplen todas las expectativas creadas.Pero en la confusión emocional del espectador éste aún conserva una cierta capacidad de raciocinio y ya no le sirve la excusa de que lo importante es el camino, qué bien nos lo pasamos, y no lo que nos espera al final, saber el porqué. Si hay que resignarse, al menos que no nos lo hagan pagar con excusas de mal narrador. El cerebro del espectador busca la estabilidad en la identificación de género al igual que el blanco es el equilibrio de los colores, y no la expiación del pecado en el acto televisivo. Perdidos en el final. La dramaturgia de los clásicos griegos también tenía por costumbre complicar tanto la vida a sus héroes que al final, incapaces de hacer que el protagonista resolviera por sí mismo el conflicto, hacían del arbitraje de los dioses la excusa perfecta para hacer finales a la medida . Como el formato de expresión era habitualmente el teatro, de esta intervención divina le llamaban Déus ex machina, por la maquinaria que hacía bajar hasta el escenario al intérprete del dios correspondiente que intercedió para resolver el conflicto humano. Un ejercicio habitual de los guionistas iniciados es plantear situaciones imposibles y encontrar la manera de salir de ellas sin perder el sentido ni la credibilidad. Quizá de esta práctica, que no siempre se resuelve favorablemente, en los últimos tiempos hay muchas series y películas que hacen que los muertos sean los protagonistas, aunque para no quemar todo en el primer acto, no lo sabemos hasta el final. Es el Déus ex machina actual. Perdidos siempre será el mejor calificativo para la aventura clásica de los náufragos en una isla desierta y que inmortalizaron Julio Verne y Daniel Defoe. Perdidos, por cierto, también es una serie televisiva de gran repercusión mundial. Pero esa es otra historia.



El Punt, Opinió, 10-06-2010

Perduts ben bé


Perduts en el primer acte. En la dramatúrgia audiovisual es defineix com a guionistes de primer acte  aquells escriptors que ideen començaments espectaculars, emocionants i intrigants però després no poden mantenir el nivell inicial i es veuen abocats a una fugida endavant, la qual cosa fa pujar el misteri a una cresta tan alta que és impossible fer-ne una lògica resolució en la baixada. Bé ho sabia el director del suspens Alfred Hitchcock, el qual, davant d’un projecte sobre la llegenda d’un vaixell navegant en ple Atlàntic sense cap signe de vida, no el va fer pel fet que mai podria justificar un final a l’altura del misteri inicial, com així es va demostrar anys més tard quan un altre director va rodar Misteri en el vaixell perdut (1959), pel•lícula que ni protagonistes i estrelles de la època com Gary Cooper i Charlton Heston van poder salvar del naufragi resolutiu.

Perduts en l’autoria. Els formats televisius de sèries de ficció continuada fan dels guionistes els principals protagonistes de la producció, una mena de creatius al servei de tothom i no sempre al servei del seu propi equilibri. Per començar és impossible que la responsabilitat sigui d’un sol guionista i són molts els que acaben intervenint de manera parcial sota la consigna d’un editor de guions que procura lligar el trencaclosques sense perdre la raó pel camí. Qui no ha viscut la dificultat de consensuar entre varies persones un simple text?. A més, l’equip de guionistes es veu pressionat per les intervencions d’altres factors televisius, com els productors, habitualment impulsors del projecte i la idea inicial, i els espectadors, que a través del genèric audiència obliga a moure trames i personatges al gust d’aquesta perquè els executius mantinguin la feina i la sèrie no sigui cancel•lada ràpidament. També han de tenir recursos per atorgar més paper a un o altre personatge en funció de si agrada més, o per altre banda fer-ne desaparèixer per excessives reivindicacions d’un actor. Als guionistes de sèrie, no sempre identificats amb els personatges i trames que escriuen, els hi queda el consol de saber que mai caminaran sols.

Perduts en el gènere. Quan s’utilitza la convenció gènere és per establir unes regles de la narració, una mena de contracte entre l’autor i el seu destinatari per impulsar la unitat de les trames i fer creïbles els personatges en el seu temps i espai. El Big ben televisiu fa que en un període curt de temps, per programació, cadenes o zàping, la narració audiovisual ens fa explorar formats de gran contrast: l’anunci, la fantasia, el western, el policíac, la intriga, el videoclip, el reality, el viatge en el temps, la comèdia, les noticies, el videojoc… S’entén doncs que el perfil de l’espectador actual està habituat als impactes de tot gènere, la qual cosa no s’ha de confondre en si els sap interpretar. Però en una lectura esbiegada de la situació es creu que, ja que l’espectador té aquesta capacitat per absorbir material dispers, també sabrà comprendre que si en una mateixa trama se li barregen elements de drama, comèdia, fantasia, aventura, fantasmes, misteri, romanticisme, musical, religió, violència, etc, acceptarà com un xai que, ja que és abduït per l’impossible, no té per què sentir-se ferit si no s’acompleixen totes les expectatives creades. Però dins la confusió emocional de l’espectador aquest encara conserva una certa capacitat de raciocini i ja no li serveix l’excusa de que allò important és el camí, que bé que ens ho passem, i no allò que ens espera al final, saber el perquè. Si ens hem de resignar, com a mínim que no ens ho facin pagar amb excuses de mal narrador. El cervell de l’espectador busca l’estabilitat en la identificació de gènere de la mateixa manera que el blanc és l’equilibri dels colors, i no l’expiació del pecat en l’acte televisiu.

Perduts en el final. La dramatúrgia dels clàssics grecs també tenia per costum complicar tant la vida als seus herois que al final, incapaços de fer que el protagonista resolgués per si mateix el conflicte, feien de l’arbitratge dels déus l’excusa perfecta per fer finals a la mida. Com el format d’expressió era habitualment el teatre, d’aquesta intervenció divina l’anomenaven Déus ex machina, per la maquinaria que feia baixar fins a l’escenari al intèrpret del déu corresponent que intercedia per resoldre el conflicte humà. Un exercici habitual dels guionistes iniciats és plantejar situacions impossibles i trobar la manera de sortir-ne sense perdre el sentit ni la credibilitat. Potser d’aquesta pràctica, que no sempre es resolt favorablement, en els darrers temps hi ha moltes sèries i pel•lícules que fan que els morts en siguin els protagonistes, tot i que per no cremar-ho tot en el primer acte, no ho sabem fins al final. És el Déus ex machina actual.
Perduts sempre serà el millor qualificatiu per a l’aventura clàssica dels nàufrags en una illa deserta i que van immortalitzar Jules Verne i Daniel Deföe.
Perduts, per cert, també és una sèrie televisiva de gran repercussió mundial. Però aquesta és una altra història.

El Punt, Opinió, 10-06-2010

3.6.10

L'anunci estrella de l'estiu

Un estiu més es renoven hits de marca per a la campanya estival al ritme de les noves, encara que siguin velles, estratègies que indiquen que la barreja de música enganxosa i imatge aventurera arriba amb un fort impacte a la ment dels indefensos consumidors que comproven el fàcil que és que, assegut al sofà, les cames es moguin i el seu cor bategui evocant una emoció que entra de ple en el món dels somnis de vigília, aquells que actuen amb nostàlgia del passat en alguns casos o amb expectatives de futur en altres, encara que l'intel·ligent espectador és conscient que seguirà enganxat al seu present sense canvis excessius en la seva aventura diària.
Potser provarà beure la seva cervesa directament de l'ampolla a l'ús més informal, tot i que aviat comprovarà que el ritme de vas d'escuma és més atractiu per a la sala d'estar i agafar l'ampolla amb la mà escalfa ràpidament el contingut. Aquesta rutina en trenta segons s'activarà a cada passada i per ser una experiència agradable es mantindrà durant un cert temps, el que reverteixi en la sensació d'enveja per no poder recórrer aquests bells indrets mediterranis a bord d'un veler i amb amics i amigues amants de la diversió i la cultura.

Estrella Damm amb el seu espot Mediterràniament relata el pont de Sant Joan que gaudeixen quatre joves per la festa tradicional catalana amb les seves fogueres i jocs artificials per seguir en veler de fàcil maneig cap a l'illa de Menorca i saltar pels seus carrers al ritme de la seva popular festa i recórrer les seves cales d'aigües verges per culminar en aquest altre racó paradisíac de la Costa Brava que és Cadaqués. Tot a ritme de la cançó Applejack del grup australià The Triangle i de la bona companyia de la cervesa Estrella Damm que propicia un final feliç amb petó inclòs.

Reconec que en el meu cas l'anunci m'ha impactat d'una forma extraordinària. En edat d'aquests personatges jo també vaig recórrer aquesta aventura estival i mediterrània, tot i que amb uns lleugers matisos. El nostre viatge a Menorca durava unes deu hores nocturnes en un lent vaixell de passatge i ens tocava la brisa perquè el bitllet de coberta era el més barat. A l'alba desembarcàvem i encara ens quedava un trajecte aventurer en vells autobusos de línia que creuaven l'illa fins a arribar al nostre destí a Ciutadella. Saltàvem davant dels cavalls sota el domini dels seus genets a la sorprenent festa local i bevíem de tot el que la nostra butxaca ens permetia, també cervesa, sense oblidar la pomada, la típica beguda de llimona i ginebra a la qual els nadius ens convidaven sovint . A la nit contemplàvem les estrelles durant tota la nit ja que fèiem bivac al camp de futbol regional, dur i amb matineres formigues a l'alba.
Més trams de bus i caminar per senders sempre amb la motxilla a coll fins arribar a les belles cales menorquines de tanga o nu en les més inaccessibles per submergir-nos amb aires de llibertat tot i que amb futur incert.

Cadaqués també formava part de l'itinerari, encara que per mitjans i transport no podia ser en dates properes com ens ho hagués permès un ràpid i petit veler. Allà solíem arribar també en bus o en èpoques millors en un atrotinat dos cavalls per gaudir d'una altra icona del paisatge i la cultura pròpia.

Per resumir l'itinerari en una peça de música amb imatges elegiríem Viatge a Itaca de Lluís Llach, una de les habituals en aquella època i que representaria millor que mai aquest tros de vida i joventut, encara que no seria un anunci per la seva llarga durada.

Pot ser que els creatius de la idea visquessin aquesta llarga experiència en la seva joventut i que l'única manera de concentrar-la en uns pocs segons és amb el recurs del veler, encara que, abans i ara, només uns pocs privilegiats poden donar-se aquesta selecta satisfacció. Identificar-nos amb la millor realitat o el somni d'altres també ens pot fer feliços. També és un missatge subliminal als seus descendents perquè es deixin de romanços i que està molt bé compartir les coses senzilles amb la gent que es vol, però l'aventura pot ser millor en condicions més confortables i amb vestuari variat.
I per dir alguna cosa més, estaria bé que quan es tracta d'endolcir marques amb retrats dels nostres costums i paisatges, no estaria de més utilitzar també la nostra música per donar més unitat al relat sense necessitat de recórrer als músics d'una illa gran com és Austràlia. Encara que potser és una bestreta del somni d'aventura de l'estiu de l'any proper per a enviar allà a tota la gent que en aquesta temporada haurà saturat Menorca i Cadaqués de joves somiadors amb l'anunci Estrella Damm.

Seguiran el missatge turístic de l'eslògan narrat en off sobre els tresors del paisatge mediterrani: a vegades el que busques està tan a prop que costa veure-ho, mentre dos dels joves descobreixen el seu amor. Que cadascú triï el seu sentit i felicitats pel qui pugui barrejar tots dos i a més ho faci en veler.

El anuncio estrella del verano

Un verano más se renuevan hits de marca para la campaña estival al ritmo de las nuevas, aunque sean viejas, estrategias que indican que la mezcla de música pegadiza  e imagen aventurera llega con un fuerte impacto a la mente de los indefensos consumidores que comprueban lo fácil que es que sentado en el sofá sus piernas se muevan y su corazón palpite evocando una emoción que entra de lleno en el mundo de los sueños de vigilia, aquellos que actúan con nostalgia del pasado en algunos casos o con expectativas de futuro en otros, aunque el inteligente espectador es consciente que seguirá pegado a su presente sin cambios excesivos en su aventura diaria.

Quizá probará  beber su cerveza  directamente de la botella al uso más informal, aunque pronto comprobará que el ritmo de vaso de espuma es más atractivo para la sala de estar y que coger la botella con la mano calienta rápidamente el contenido.

Dicha rutina en treinta  segundos se activará en cada pase y por ser una experiencia sin duda agradable se mantendrá durante un cierto tiempo, el que revierta en la sensación de envidia por no poder recorrer esos bellos lugares mediterráneos a bordo de un velero y con amigos y amigas amantes de la diversión y la cultura.
Estrella Damm  con su spot Mediterráneamente relata el puente de San Juan que disfrutan cuatro jóvenes por la fiesta tradicional catalana con sus hogueras y juegos artificiales para seguir en velero de fácil manejo hacia la isla de Menorca y saltar por sus calles al ritmo de su popular fiesta y recorrer sus calas de aguas vírgenes para culminar en ese otro rincón paradisiaco de la Costa Brava que es Cadaqués. Todo a ritmo de la canción Applejack del grupo australiano The Triangles y de la buena compañía de la cerveza Estrella Damm  que propicia un final feliz con beso incluido.

Reconozco que en mi caso el anuncio me ha impactado de una forma extraordinaria. En edad de esos personajes yo también recorrí esa aventura estival i mediterránea, si bien con unos ligeros matices. Nuestro viaje a Menorca duraba unas diez horas nocturnas en un lento barco de pasaje y nos tocaba la brisa porque el billete de cubierta era el más barato. Al amanecer desembarcábamos y aún nos quedaba un trayecto aventurero en viejos autobuses de línea que cruzaban la isla hasta llegar a nuestro destino en Ciutadella. Saltábamos delante de los caballos bajo el dominio de sus jinetes en la asombrosa Ciutadella y bebíamos de todo lo que nuestro bolsillo nos permitía, también cerveza, sin olvidar la pomada, la típica bebida de limón y ginebra a la que los nativos nos invitaban a menudo. Por la noche contemplábamos las estrellas durante toda la noche ya que hacíamos vivac en el campo de fútbol local, duro y con madrugadoras hormigas al amanecer.
Más tramos de bus y caminar por senderos siempre con la mochila a cuestas hasta llegar a las bellas calas menorquinas de tanga o desnudo en las más inaccesibles para sumergirnos con aires de libertad aunque con futuro incierto.

Cadaqués también formaba parte del itinerario, aunque por medios y transporte no podía ser en fechas próximas como nos lo hubiera permitido un veloz y pequeño velero. Allí solíamos llegar también en bus o en épocas mejores en un destartalado dos caballos para disfrutar de otra icona del paisaje y la cultura propia.
Para resumir el itinerario en una pieza de música con imágenes elegiríamos Viatge a Itaca de Lluis Llach, una de las habituales en aquella época y que representaría mejor que nunca ese trozo de vida y juventud, aunque no sería un anuncio por su larga duración.

Puede que los creativos de la idea vivieran esa larga experiencia en su juventud y que la única manera de concentrarla en unos pocos segundos era con el recurso del velero, aunque, antes y ahora,  sólo unos pocos privilegiados pueden darse esa selecta satisfacción. Identificarnos con la mejor realidad o el sueño de otros también nos puede hacer felices. También es un mensaje subliminal a sus descendientes para que se dejen de monsergas y que está muy bien compartir las cosas sencillas con la gente que se quiere, pero la aventura  puede ser mejor en condiciones más confortables y vestuario variado.

Y por decir algo más, estaría bien que cuando se trata de endulzar marcas con retratos de nuestras costumbres y paisajes, no estaría de más utilizar también nuestra música para dar mayor unidad al relato sin necesidad de recurrir a los músicos de una isla mayor como es Australia. Aunque quizá es un anticipo del sueño de aventura del verano del próximo año para enviar allí a toda la gente que en esta temporada habrá saturado Menorca y Cadaqués de jóvenes soñadores con el anuncio Estrella Damm. Seguirán el mensaje turístico del eslogan narrado en off sobre los tesoros del paisaje mediterráneo, A veces lo que buscas está tan cerca que cuesta verlo, mientras dos de los jóvenes descubren su amor. Que cada cual elija su sentido y felicidades para el que pueda mezclar ambos y además lo haga en velero.

1.6.10

Gaudi i el cinema

El català Antoni Gaudí, un dels millors i incompresos arquitectes a cavall dels segles XIX i XX, va dotar a la seva força creativa d'unes formes estructurals tortuoses, plàstiques i trencadisses que van trencar motlles i van crear l'estil Gaudí, les obres són d'obligada visita per tot aquell turista que disposi d'una mínima sensibilitat artística. Lamentablement els que no la tenen també les visiten, com la catedral inacabada de la Sagrada Família, que els barcelonins s'entesten a acabar, de manera que s'ha encunyat la frase popular "com La Sagrada Família" per a totes aquelles accions que no semblen tenir final i les torres en construcció segueixen acompanyades per les més altes grues. Si està interessat en estendre els seus coneixements sobre el tema vagi a una enciclopèdia o a qualsevol web que els aficionats a l'artista li han dedicat a les seves múltiples facetes, incloses la mística, la religiosa i la tràgica, com ho va ser la seva mort, atropellat per un veloç tramvia , i el seu post-mortem, quan finalment la seva obra va ser reconeguda i va acabar amb la injusta ignorància que se li va aplicar en vida; actualment la mínima referència a l'artista descriu que va ser una figura principal del moviment modernista, que ha estat el màxim arquitecte que ha tingut Espanya i una de les primeres figures mundials de l'art del segle XIX. Només la fe en la reencarnació pot justificar que el mateix artista pugui veure la veneració cap a la seva obra, encara que si la reencarnació és en una altra persona, potser no recordi el que va ser en el passat i per desconeixement no es pugui aplicar una justa venjança. I què té a veure Gaudí amb el cinema? Estimat lector, es podrien escriure centenars de llibres per a respondre a aquesta pregunta, però per anar ràpid, són poques les pel lícules que es roden a Barcelona que no recullin per acció u omissió alguna de les seves obres, per no parlar dels milers d'imatges lliures de drets d'autor que guarden en les seves càmeres els turistes al seu pas per la ciutat. Un dels edificis més característics de la seva arquitectura és el conjunt de dues cases de veïns, la casa Milà, més coneguda per La Pedrera, monument nacional i declarada per la UNESCO patrimoni de la humanitat, amb la singular façana artística ondulant més fotografiada del continent i amb una de les terrasses arquitectòniques més impressionants en el món de l'art. El seu àtic d'estranyes però belles i sinuoses xemeneies, va veure a la parella impossible Jack Nicholson i Maria Schneider rodar el 1974 El reporter, del director italià Michelangelo Antonioni. Trenta-tres anys més tard, l'estiu de l'any 2007, Woody Allen va rodar en aquesta mateixa terrassa amb la parella, també impossible, Scarlett Johansson i Javier Bardem, en el mateix mes en què va morir Antonioni als 94 anys, en el mateix dia hagués estat massa (i extra exagerat en el mateix lloc), però per als aficionats a les arts paranormals podria existir un bon filó. Potser Gaudí comença a estar fart de que tants s'aprofitin del seu nom, els turistes trepitgin la seva obra sense respecte o profanin les seves formes en actes d'amor impur, encara que sigui en la ficció. La venjança de Gaudí, després d'una vida sense glòria ni diners.

Antonio Gaudí y el cine

El catalán Antoni Gaudí, uno de los mejores e incomprendidos arquitectos a caballo de los siglos XIX y XX, dotó a su fuerza creativa de unas formas estructurales tortuosas y plásticas quebradizas que rompieron moldes y crearon el estilo Gaudí, cuyas obras son de obligada visita para todo aquel turista que disponga de una mínima sensibilidad artística. Lamentablemente los que no la tienen también las visitan, como la catedral inacabada de La Sagrada Familia, que los barceloneses se empeñan en terminar, con lo que se ha acuñado la frase popular “como La Sagrada Familia” para todas aquellas acciones que no parecen tener final y cuyas torres en construcción siguen acompañadas por las altas grúas. Si está interesado en extender sus conocimientos sobre el tema acuda a una enciclopedia o a cualquier Web que los aficionados al artista han dedicado a sus múltiples facetas, incluidas la mística, la religiosa y la trágica, como lo fue su muerte, atropellado por un veloz tranvía, y su post-mortem, cuando finalmente su obra fue reconocida y acabó con la injusta ignorancia que se le aplicó en vida; actualmente la mínima referencia al artista describe que fue una figura principal del movimiento modernista, que ha sido el máximo arquitecto que ha tenido España y una de las primeras figuras mundiales del arte del siglo XIX. Sólo la fe en la reencarnación puede justificar que el propio artista pueda ver la veneración hacia su obra, aunque si la reencarnación es en otra persona, quizá no recuerde lo que fue en el pasado y por desconocimiento no se pueda aplicar una justa venganza. ¿Y qué tiene que ver Gaudí con el cine? Querido lector, se podrían escribir cientos de libros para responder a esa pregunta, pero para ir rápido, son pocas las películas que se ruedan en Barcelona que no recojan por acción u omisión alguna de sus obras, por no hablar de las miles de imágenes libres de derechos de autor que guardan en sus cámaras los turistas a su paso por la ciudad. Uno de los edificios más característicos de su arquitectura es el conjunto de dos casas de vecinos, la casa Milà, más conocida por La Pedrera, monumento nacional y declarada por la Unesco patrimonio de la humanidad, con la singular  fachada artística ondulante más fotografiada del continente y con una de las terrazas arquitectónicas más impresionantes en el mundo del arte. Su ático de extrañas pero bellas y sinuosas chimeneas, vio a la pareja imposible Jack Nicholson y Maria Schneider rodar en 1974 El reportero, del director italiano Michelangelo Antonioni. Treinta y tres años más tarde, en el verano del año 2007, Woody Allen rodó en esa misma terraza con la pareja, también imposible, Scarlett Johansson y Javier Bardem, en el mismo mes en que murió Antonioni a los 94 años; en el mismo día hubiera sido demasiado (y extra exagerado en el mismo lugar), pero para los aficionados a las artes paranormales podría existir un buen filón. Quizá Gaudí empieza a estar harto de que tantos se aprovechen de su nombre, los turistas pisen su obra sin respeto o profanen sus formas en actos de amor impuro, aunque sea en la ficción. La venganza de Gaudí, después de una vida sin gloria ni dinero.